martes, 14 de julio de 2009

CRÒNICA

Stephanie Chiquini

05/07/09


Hoy se verán los resultados o estragos de esta guerra interminable, las víctimas, los vencedores y los héroes se darán a conocer muy pronto; algunos han madrugado para ser los primeros, quieren que esto pase lo más rápido posible, los demás irán despertando para enlistarse en un momento más.


El punto de partida, una pequeña casilla en Huixquilucan, Estado de México. Desde el inicio de los comicios un hombre sospechoso se da a notar, en su mano posee un celular que parecería un miembro más de su cuerpo, éste no deja de sonar; llegan con él familias completas a esperar su turno, ya existe otra lista nominal, aquí no hay voto libre y secreto, el PRI debe ganar.


Así transcurren las horas, el sol del medio día derrite los pensamientos, solamente un grupo pequeño de ciudadanos ejemplifica la normalidad, observadores electorales y funcionarios han quedado ciegos, el fraude es evidente.Quien lo denunciará, ¿Un pueblo que ha quedado mudo por culpa de un papel con valor?, mejor es retirarse antes de seguir viendo tal barbarie.


El segundo punto, una casilla localizada en la zona centro del DF. Todo transcurre con normalidad, el ritmo es fluido, son ya las tres de la tarde; en eso se acerca un hombre, observa los alrededores concierta cautela, regresa a la entrada, platica con las personas que se disponen a entrar.Una mujer se dirige con el presidente de casilla y reporta la anomalía, pretendían comprar su voto; las autoridades hacen algo al respecto, lo retiran del lugar. Es el único percance que sucede en lo que queda de la jornada, la elección se realiza exitosamente, triunfo para el PRD.


Estos contrastes cotidianos suelen verse en nuestro querido México, los esperanzados, los vendidos, y por último los confundidos, confluyen en lo que fue un país libre.




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